¿Sabían que el acto de "leer el cigarro" o el puro, conocido formalmente como tabacomancia, tiene raíces ancestrales que distan mucho de ser un tema esotérico moderno?
El tabaco es originario de América y, durante siglos antes de la colonización europea, fue considerado una planta sagrada por numerosas culturas indígenas, incluyendo a los mayas y los nahuas. No se utilizaba como vicio recreativo, sino como medicina sagrada, ofrenda ceremonial y, fundamentalmente, como un vehículo de comunicación espiritual.
Los sacerdotes y chamanes fumaban tabaco (o picietl) en rituales para entrar en estados alterados de conciencia, purificar espacios, ofrecer oraciones y recibir visiones o guía de los espíritus. Los códices mayas incluso muestran a deidades fumando, lo que se asociaba con tiempos de paz y prosperidad.
La lectura de las formas que toma el humo o los patrones y colores de la ceniza (si es blanca, indicando un suelo rico en minerales, o más oscura) son extensiones de estas prácticas chamánicas, donde el humo se ve como un "lenguaje secreto" que media entre el mundo material y el espiritual..
Por lo tanto, este arte adivinatorio es una manifestación de la profunda conexión que las culturas originarias tenían con la naturaleza y el uso ritual de plantas sagradas como herramientas para comprender la realidad tangible y el destino.
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