Underwurlde
En diciembre de 1984, Ultimate Play The Game lanzó Underwurlde para ZX Spectrum y, poco después, para Commodore 64. Era el segundo capítulo de la saga de Sabreman, tras Sabre Wulf, y justo antes del mítico Knight Lore. Pero Underwurlde no era una simple secuela: era una odisea subterránea que redefinía el concepto de exploración en los videojuegos.
El juego comienza con Sabreman cayendo por una trampilla hacia un mundo subterráneo hostil. Su objetivo: encontrar tres armas mágicas y usarlas para derrotar a los guardianes que custodian las salidas del laberinto. Pero Underwurlde no se lo pone fácil. Con casi 600 pantallas interconectadas, el jugador debe enfrentarse a criaturas voladoras, plataformas traicioneras y rutas que parecen no tener fin.
Lo curioso es que los enemigos no matan a Sabreman directamente: lo empujan. Y si ese empujón lo lanza al vacío… adiós vida. Esta mecánica, aparentemente simple, convierte cada salto en una decisión estratégica.
A diferencia de otros juegos de la época, Underwurlde no ofrece mapa ni guía. El jugador debe memorizar rutas, reconocer patrones y aprender a usar los objetos del entorno, como cuerdas, burbujas o plataformas móviles, para avanzar. Es un juego que premia la perseverancia y castiga la improvisación.
Visualmente, el juego es un festín de color y contraste. Las cavernas están llenas de detalles: relojes, plantas venenosas, gárgolas, arpías… todo con ese estilo gráfico que Ultimate perfeccionó en sus títulos Filmation. La música y los efectos sonoros refuerzan la sensación de estar atrapado en un mundo vivo, peligroso y misterioso.
Underwurlde fue considerado por muchos como el mejor juego de Ultimate hasta ese momento. Su estructura abierta, su dificultad desafiante y su atmósfera envolvente lo convirtieron en un clásico instantáneo. Hoy en día, sigue siendo objeto de estudio por su diseño no lineal y su capacidad para generar tensión sin recurrir a la violencia directa.
Si alguna vez te has sentido perdido en un juego moderno, recuerda que Underwurlde lo hizo primero… y sin GPS.
Este laberinto aún guarda secretos…
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