Pude escuchar un disco de pi a pa. Estoy hablando como si fuese un lujo porque, en una sociedad donde entes invisibles pujan por nuestra atención, lo es.
Sin prisa, repitiendo canciones, o partes de ellas, mirando acreditaciones, escuchando con detalle, dejándome ir. Siendo niñe repelente.
Perimenopop.
Tras años, Crying at the Discoteque aparte, de canción ligera, con dispares resultados (a los singles de Wanderlust me remito, cuatro soles), la perimenopausia la ha espoleado para volver al electropop. ¿Por qué no iba a chafardear en la disco una mujer de 46? Roisin, Shirley Manson, Robyn, Alison Goldfrapp, lo hacen.
Así, este álbum guarda algunas canciones lentas que, no obstante, fintan los baladismos. Es bailable de la cabeza a los pies, pasando por el coño.
Probablemente, el mejor tema sea justo uno suavón; Stay On Me, una pista deliciosamente inmersiva como pocas se hacen. La base chisporrotea en segundo plano y los punteos de bajo llevan voz y melodía, reforzándose en conjunto hasta llegar a un estribillo ultraeficaz, punch que necesitaría la bonita Don’t Know.
Y es que es un largo donde la personalidad de la intérprete está impregnada pese a las distintas colaboraciones: me flipa que, tras Lose You To Love Me (baladón), el tándem Michaels-Gómez firme Stay On Me, una pata de Perimenopop. ¿La otra? Relentless Love, el single disfrutón y adulto que cumple con todos los reclamos del disco. Si quieren aceptamos aquí la estupenda Vertigo, pero yo digo Relentless.
Los sintes de Heart Sing se agradecen al romper la dinámica disco imperante, pero está muy abajo. Layers, de rica producción, luce más. Así, son temas como Diamond los que quedan en la cabeza al adaptar las leyes de la discomusic a la cantante y a la vez a los tiempos que corren con enorme actitud.
https://www.youtube.com/watch?v=7icFcqhtXQY&list=RD7icFcqhtXQY&start_radio=1
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