Ya que nadie comparte mi entusiasmo por el constitucionalismo, escribiré #fantasíaparadummies
Capítulo 913: El relleno del bombón .
Si bien lo del relato dentro del relato es más viejo que el calambur, a veces está bien darle una vuelta a aspectos que solemos pasar por alto al hacerlo.
Normalmente, los mundos de #fantasía poseen su propia coherencia interna y a no ser que su propia concepción lo marque, es un mundo en el cual la creación artística y cultural está presente.
Por lo tanto, dentro de un espacio de fantasía existen sus propios cuentos y fábulas.
Lo primero es muy usado, es más, muchas veces sirve de puente entre aquello que es popular y lo que es desconocido. No sería la primera vez que en un cuento infantil de un mundo fantástico se esconde la herramienta definitiva para solventar la papeleta del acontecimiento nefasto que está a punto de suceder.
Las fábulas, por su parte, son definidas como:
«Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica o crítica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados»
Debido a que las de Esopo son un poco las que nos suelen enseñar en la escuela como génesis narratológica de estas composiciones; me pregunto: si estás en un mundo de fantasía donde los animales hablan, ¿dónde está ese efecto rompedor que ayuda a que cale el mensaje sin que parezca un sermón?
Despiecemos esto un poco.
Si nos atenemos a su definición, la fábula no necesita contar algo que rompa con la realidad, ya que la ficción puede ser realista. No obstante, al intentar añadir una moraleja, se crea con esa finalidad. ¿Qué aprendemos de esa historia? Es la pregunta que constituye el núcleo de una fábula.
El uso de animales favorece la asociación directa del personaje con unas características sin necesidad de explicar demasiado. Es decir, si tienes una historia con un escorpión, sabemos que es peligroso; de igual manera que si hablamos de un búho, que puede ver bien en la oscuridad.
Estas asociaciones redundan en dar agilidad a la obra, aunque a veces esas asociaciones se pierden al olvidarse la simbología que tenían asociada.
Por otro lado, la personificación ayuda a que la gente se meta más en la obra al activar la capacidad de maravillarse.
Dicho esto: magia, dragones, ciudades volando... ¿qué puedes añadir para que la fábula impacte?
Resulta clave entender el contexto en el que se crea. En base a ello sabemos qué es lo común en ese espacio, qué podrían conocer como exótico y qué clase de códigos morales pretenden potenciar con las fábulas.
Una fábula escrita en un mundo de horror incesante donde la humanidad fuese perseguida como una presa por seres hechos de hueso podría explicar los peligros de llevar la piel al aire fuera del poblado por medio de una historia sobre dos liebres. La primera ha cambiado el pelaje al llegar la primavera y la otra sigue con el pelaje invernal por cuestiones estéticas. La blanca es despellejada y la que se adapta sobrevive.
Es una fábula que podríamos usar en nuestro mundo, pero que aquí gana una nueva dimensión. A ver, podrían ser en vez de liebres zorros de las nieves o que el cambio de pelaje fuese en un mundo con otro sistema de estaciones donde en una todo se pone rojizo y en otra azulado y haga falta cambiar pelaje por ello.
Esos detalles son lo que deben cuadrar con la ambientación, pero es necesario que esa fábula aporte un aprendizaje a las gentes de ese mundo.
Yo creo que se ha entendido.
Últimamente acabo la mitad de los capítulos así.
Me ha dejado tocado eso de dar clase, preguntar si hay dudas y que la gente diga que no cuando claramente no se han enterado de nada.
Cuídense.










