En 1929, un ingenioso anuncio de Cafiaspirina capturó una escena clásica de desamor y tragedia. La publicidad narraba un dramático recorrido emocional: «Primero, el éxtasis de un amor delirante; después, la traición que se desliza como una víbora; luego, el pobre mozo que busca el olvido en la embriaguez y, finalmente, el trágico despertar del día siguiente con ese violento dolor que le taladra las sienes y ese terrible malestar de cuerpo y alma».
La solución a este estado era clara y milagrosa: «dos tabletas de Cafiaspirina». Así, esta medicina prometía aliviar tanto el dolor físico como el anímico de un corazón roto, una conexión entre emociones y dolor físico que sigue siendo familiar hoy en día.
Este anuncio también promocionaba la película Así se curan las penas, protagonizada por Eva de Bohr, dejando claro que, aun casi un siglo después, Cafiaspirina sigue siendo una aliada para quienes buscan alivio de esos intensos dolores de cabeza que a veces nos trae la vida y el amor.
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