Arranco esta publicación a bocajarro, ya que no hay una sinopsis que ponga en antecedentes al lector, sino que el autor lo invita a introducirse en la historia sin más, quizá leyendo las primeras páginas de muestra de Amazon o a ciegas, para que la sorpresa sea mayor y la experiencia más intensa. Lo único que advierte @joaquincampstorres, su autor, sobre «hombre-pez», es esto: «Es un proyecto más arriesgado, que solo puedo definir de una manera: hombre-pez soy yo. ¿Te atreves?». Y también nos habla de esta novela como parte de un proyecto mayor que aúna otras dos: «Lo inesperado» y «Ada. Sin hache». Proyecto al margen de sus publicaciones en Planeta, con un estilo y una prosa diferentes y, si bien comparten ese punto de misterio, en este caso no son los thrillers que le caracterizan y se apoyan en un discurso más íntimo, personal y «puro». Así, con esta premisa, y después de haberme llamado la atención la reseña de @latrincheradelasletras y de que el autor se pusiera en contacto conmigo, me decidí a saciar mi apetito lector y, cómo no, mi curiosidad por lo que encerraba esta novela corta.
Tal y como advierte su autor, se trata de una novela muy íntima que admite muchas lecturas y, si bien, Joaquín Camps adelanta que el protagonista es él, lo que se puede entresacar de esta historia es perfectamente extrapolable a muchas personas que se sienten fuera de lugar o en un sitio que no les corresponde, que se encuentran aislados aún estando rodeados, que siguen un camino –impuesto por otros, que no les pertenece– por simple convencionalismo social y, además, han de soportar a determinada gente que se cree muy por encima, estando, ignorantes ellos, muy por debajo; al menos, a nivel emocional.
Se trata de una historia cuyo protagonista funciona como vehículo conductor y motor de la voz de otros personajes, también protagonistas. Él es la excusa para que los otros puedan hablar y exponer sus puntos de vista, reflejo de la sociedad en que vivimos, como reacción al comportamiento de Tobías, el hombre-pez de la historia.
Como decía, estos puntos de vista se pueden extrapolar al resto de la sociedad y cómo esta se comporta ante lo diferente. No obstante, hay también en estas páginas una crítica al modo en que algunas personas se aprovechan del vulnerable y lo explotan, de cómo los medios, como tiburones al acecho, devoran la carnaza y estimulan el morbo vulnerando derechos e irrumpiendo en la intimidad ajena sin escrúpulo alguno. Del mismo modo que otros, en lugar de abrazar sus propias carencias, abusan de las del prójimo y las espolan para desviar la mirada.
La trama sigue un curso temporal lineal y es, a través de esta linea de tiempo, que se manifiestan (en orden) las tres voces que vertebran el relato de Tobías, siendo él siempre el centro de atención y la causa de todas las motivaciones que, principalmente, se originan en las acciones de los demás. De esta manera, es como las verdades y mentiras afloran a la superficie.
Una vez leída la novela, puedo entender la decisión de su autor de publicarla de este modo, salvaguardándola de la pureza de la que habla. Hay escenas que pueden herir algunas sensibilidades, pero, en general, creo que están muy bien traídas y, de un modo u otro, son inevitables para entender y disfrutar de la coherencia de la novela y sus personajes.
La serenidad con la que se comporta uno de los protagonistas en contraposición a la exaltación de otros (en diferentes grados) me ha gustado especialmente como contraste para destacar determinados comportamienos.
En general, es una novela que se lee muy rápida y se disfruta. Inesperada y, en cierto modo, original. Y, por supuesto, te guste o no el género, de lo que no hay duda es de lo bien escrita que está. La portada, por cierto, es preciosa.
Feliz día. 😉🖖🏼
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