Coca-Cola ha vuelto a poner su marca en los tapones.
Más allá de otras consideraciones, los tapones de plástico se han convertido en un indicador. Ya no solo en cuestiones relacionadas con basuras dispersas. También permiten interesantes reflexiones sobre liderazgo e innovación tecnológica.
Fijamos la atención en los tapones de plástico gracias, entre otros, al fotógrafo Chris Jordan. En sus impresionantes fotografías de cuerpos de albatros en descomposición rellenos de restos de plástico destacaban los tapones. Coloridos y muy reconocibles. Las corporaciones de refrescos imprimían sus marcas en ellos como forma de diferenciación. Con la información del tapón podías saber quién, y dónde, había puesto en el mercado el contenido de la botella.
Y esto ayudaba a las auditorías de marcas: activistas recogiendo residuos en la naturaleza y asignándolos a las empresas que los habían puesto en el mercado. Motivo por el que vimos a las corporaciones del producto envasado retirar sus marcas de los tapones. Primero dificultaron esa atribución. Y después iniciaron sus propias limpiezas en playas como estrategia de lavado de imagen.
Propaganda verde y márquetin. Falsas soluciones para un problema sin resolver. La contaminación por plástico sigue creciendo y el reciclaje no parece resolverla. Ni los intentos de pervertir el relato con dibujos animados de tapones que salvan la vida a tortugas amenazadas por malévolas aves marinas. Los residuos de envases no desaparecen mágicamente.
Cada vez que se entra en el detalle nos tropezamos con una realidad tozuda: los datos de reciclaje de plástico son más tristes de lo que nos gustaría. Y no es (solamente) una cuestión de albatros muertos o tortugas que acumulan en su organismo plastificantes que se biomagnifican a través de la cadena trófica. A medida que aumentan las evidencias sobre el daño a la salud de las personas, nos damos cuenta de que es algo más.
El problema requiere tomar medidas serias. Soluciones reales. Los datos de la Unión Europea señalaban claramente la dirección. Había que legislar. Y llegaron, entre otras cosas, los tapones fijados a las botellas ¿Por un capricho ecologista? ¿Un mandato de la dictadura woke? ¿Una muestra de la falta de liderazgo de la Unión Europea?
Se ha visto de todo. Políticos haciendo el ridículo, gurús del emprendimiento despreciando la medida, escritores famosos poniéndose en evidencia… Incluso hay quien acusa a “los ecologistas” de atacar a organizaciones caritativas que se quedarán sin los ingresos que conseguían recogiendo tapones. Curiosamente las mismas personas que cuestionaban la utilidad o señalaban intereses oscuros de las campañas para la recogida solidaria de tapones. Que, si te estaba funcionando, eres muy libre de seguir guardando tapones para tu causa. Tanto de los (muchos) envases que no están obligados a fijarlos, como de las botellas de bebidas. Ya se han encargado de enseñarnos (personajes que defienden los intereses de la industria que patrocina sus espacios de comunicación) que se pueden arrancar con facilidad.
Por mi parte, he tenido la oportunidad de comprobar que es una medida que funciona relativamente bien. Mejor de lo que, desde mi escepticismo, habría imaginado. En una visita a mi planta favorita de clasificación de residuos, pude confirmar que muchos tapones permanecían en su sitio después de todos los procesos que ocurren desde que los envases se depositan en el contenedor amarillo hasta que están listos para entregar a un recuperador homologado.
Con todo, duela a quien duela, es una medida insuficiente. Donde la ambición habría requerido imponer envases de vidrio reutilizables, el legislador se ha conformado con admitir tapones enganchados al cuerpo del envase de plástico de usar y tirar. Las corporaciones proponen y asumen una medida que no perjudica a su cuenta de resultados. Los políticos de un lado lo venden como una exitosa respuesta a la creciente inquietud de la contaminación por plásticos. Los del otro lado como una ridícula medida impuesta por “los ecologistas”. Los de más allá insisten en que se deterioran la economía y las libertades individuales.
Cada quién puede interpretar la realidad como le interese. Dejarse llevar por el chiste fácil o la politización populista. Pero si queremos entender quién propone esta medida y a quién beneficia engancharlos a las botellas, no tenemos más que fijarnos en que Coca-Cola ha vuelto a imprimir su marca en los tapones.
Lo cierto es que en tu botella reutilizable rellena de agua de grifo el tapón no te va a dar problemas para beber. Tampoco los tendrán los ponentes de tu evento si les facilitas una jarra y vasos de cristal. Cuando puedas, evita los envases de usar y tirar. Si sabes de una causa que se financia con tus tapones separados sigue llevándolos allí. Pero, cuando no te quede otra, cierra bien el envase y confía en que el sistema los recupere para reciclar.
Recuerda que lo que nos jugamos es tu salud. Y la mía.
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