Escuchaba ayer a Carlos Marañón hablando de cine, y en un momento dado aludió a películas de fórmula. Al momento supe que hablaba de cine comercial teeme.
Hay fórmula. Suele ser evidente. Apenas se oculta justo para que la gente lo sepa. Construir producciones con escuadra y cartabón, con suerte con escalímetro, es garantizarse una mínima repercusión. La gran N lo sabe. Las pelis de sobremesa también.
En esta categoría tan interesante de peli de fórmula pero no tanto, de las de escalímetro, está la recién estrenada en Filmin y en el formato físico, Por todo lo alto.
El de Courcol es un filme ante todo de good vibes, sin renunciar a una dosis de drama fundamental. Ambas bien armonizadas. Tanto que se puede apostar por dónde irá el final desde el principio, y seguro que aciertan... y seguro que erran.
El escalímetro da a los ejes esquemáticos nuevas opciones, y el director se vale de ellos para hacer la travesía narrativa más apetecible. Doble check. De hecho, el final parece quedar abierto, cuando está cerrado, simplemente se nos evita vivir lo que ya se avanzó minutos antes.
Por todo lo alto es cine sobre familias desectructuradas, música y enfermedad. En medio, la gran pregunta: ¿qué hubiera sido de mí de haber sido tú? ¿Por qué el azar es tan cabrón? ¿Por qué nuestro código postal define nuestra vida?, ¿por qué nuestros genes?
Es la parte más interesante justo la que plantea estas preguntas veladamente, por la vía del lenguaje cinematográfico usado no con maestría pero sí con graciosa precisión.
Un entregado Benjamin Lavernhe insufla auténtica vida a un Thibaut con el que podemos empatizar casi todo el metraje. La escena en la playa es un poco artificial... lo que no es su culpa. Pierre Lottin se le queda muy atrás.
Si se tiene disposición el arte une; la enfermedad une. Querer unirse une.
https://www.filmaffinity.com/es/film221256.html
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