Testosterona regresa con fuerza a la cartelera teatral mexicana
La obra volvió a los escenarios con Itatí Cantoral y Álvaro Guerrero, tras temporadas exitosas.
Por Brenda Aguilar | Reportera
En un periódico de gran influencia, el director debía elegir a su sucesor entre dos perfiles distintos. Beteta, compañero en guerras de Asia en los setenta, era subdirector de información con trayectoria política. Por otro lado, Alex, alumna formada en el medio en los noventa, ocupaba la subdirección de contenidos.
La trama se intensificó cuando una tormenta de nieve obligó a Alex y su jefe a permanecer juntos una noche. El encierro propició un diálogo profundo que reveló tensiones de poder, género, sexo e intelecto, detonando preguntas sobre liderazgo.
La autora planteó un escenario simbólico y literal: dos personajes atrapados frente a una estructura jerárquica rígida. Allí emergieron las ambiciones personales, las disputas profesionales y las diferencias de género como detonantes de un relato cargado de ironía.
Una comedia dramática incisiva
Testosterona se presentó como comedia dramática que cuestionó las estructuras laborales y la distribución del poder. El texto expuso cómo la biología y la cultura incidieron en la forma en que hombres y mujeres accedieron a posiciones de liderazgo.
Basada en una historia real, la puesta escénica entregó un manual para escalar posiciones dentro de la pirámide jerárquica. Con humor, realismo y crudeza, la obra expuso las dificultades y costos emocionales que implicó llegar a la cima profesional.
La pieza teatral dejó al público preguntas inquietantes sobre el precio del poder y sus sacrificios. El personaje de Alex formuló cuestionamientos sobre resignación, violencia, sonrisas forzadas y los dilemas de lo femenino frente a la injusticia.
Con esta narrativa, Testosterona situó al espectador frente a la contradicción de desear el poder y cuestionar sus consecuencias. El guion confrontó las nociones de éxito, igualdad y liderazgo, mostrando cómo los espacios laborales reproducen tensiones sociales.
Regreso a los escenarios
Tras varias temporadas con llenos totales, la obra regresó a la cartelera en un momento clave. El montaje renovado mantuvo su esencia crítica, fortalecida por una puesta en escena que conservó el humor y la ironía de su origen.
El público reconoció en Testosterona un espejo de debates contemporáneos sobre género, sexualidad y jerarquía profesional. Al mismo tiempo, encontró una pieza teatral que combinó entretenimiento con reflexión política y social de gran vigencia.
La producción recibió en temporadas anteriores premios relevantes de la escena nacional. Entre ellos, el Premio del Público Cartelera y el reconocimiento a Mejor Dramaturgia en los galardones Metro, lo que confirmó su relevancia artística.
La nueva temporada integró nuevamente a Itatí Cantoral y Álvaro Guerrero, quienes encarnaron con intensidad a Alex y al director. La dupla escénica imprimió realismo a los diálogos cargados de tensión, sensualidad y ambición profesional.
Voces en el escenario
La interpretación de Cantoral dio fuerza a un personaje femenino que cuestionó paradigmas y desafió estructuras rígidas. Con cada intervención, su Alex transmitió la mezcla de vulnerabilidad y firmeza que sostuvo el eje dramático de la obra.
Álvaro Guerrero representó al director atrapado en la contradicción entre tradición y renovación. Su actuación mostró el dilema entre elegir a un sucesor con trayectoria bélica o apostar por la innovación representada por su alumna.
El duelo actoral fue reconocido por la crítica como uno de los mayores atractivos de esta puesta. La química entre ambos intérpretes otorgó realismo a la confrontación simbólica entre autoridad masculina y desafío femenino.
De este modo, Testosterona trascendió como obra de teatro y se consolidó como un espacio de reflexión social. El público asistió no solo a un espectáculo, sino a una provocación intelectual que cuestionó los fundamentos de la jerarquía laboral.
Una obra vigente
El regreso de la pieza mostró que los temas de género y poder conservaron actualidad. La narrativa reflejó realidades contemporáneas donde las disputas profesionales, los roles de género y las jerarquías siguen marcando el acceso al liderazgo.
La recepción del público confirmó que el teatro continúa siendo espacio de debate y crítica. Con salas llenas, la obra demostró que la cultura escénica mantiene un papel central en la conversación social.
Testosterona se presentó como ejemplo de dramaturgia que combina entretenimiento con análisis profundo. Su vigencia se reflejó en la respuesta de espectadores que encontraron en cada diálogo un retrato de sus propias experiencias laborales.
Así, la obra reafirmó su relevancia en la cartelera mexicana, consolidando el nombre de Itatí Cantoral, Álvaro Guerrero y la dramaturgia nacional en un escenario que sigue explorando el impacto de la testosterona en la vida social. –sn–
Álvaro Guerrero e Itatí Cantoral
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