Columna Sociedad | «De Iztapalapa para el mundo»
La explosión de una pipa en el puente de la Concordia, en Iztapalapa, cambió para siempre la vida de más de cien familias.
Por José Víctor Rodríguez Nájera
Hasta este lunes, se sabe que 14 personas han perdido la vida, más de 30 permanecen en estado crítico, y decenas se ubican con quemaduras graves a muy graves.
Esta grave tragedia expone, de manera brutal, dos problemas de fondo: la desatención en el suministro de insumos médicos y la incapacidad del gobierno para informar de manera clara y oportuna.
Vamos por partes. Las víctimas enfrentaron llegar a hospitales ante la falta de vehículos para trasladar a este gran número de personas afectadas desde el lugar de los hechos, luego la carencia de gasas, medicamentos esenciales, como el polvo de plata, que se usa para aliviar las quemaduras en el cuerpo y, ahora, sangre y plaquetas. La desesperación de familiares y pacientes se ha multiplicado ante la falta de los insumos básicos en los recintos de atención médica públicos.
Lorena García, cuyo hermano Ubaldo sufrió quemaduras severas, narró la incertidumbre sobre su estado de salud. Horas después del accidente, nadie pudo informarle sobre su pronóstico ni los traslados hospitalarios que enfrentaba, debido a esta carencia de insumos médicos.
Juan Ángel Bonilla Vázquez, familiar de otra víctima, denunció que el personal médico tardó más de nueve horas en brindar información clara, obligando a los familiares a buscar por su cuenta el paradero de los lesionados y, desperdiciando valioso tiempo para organizarse y conseguir, por su cuenta, los insumos para la atención de su familiar.
Explota pipa de gasTestimonios en redes sociales, de ciudadanos, víctimas, personal médico y administrativo, han confirmado que los traslados de pacientes se debieron a la incapacidad de algunos hospitales para atender quemaduras graves, un síntoma de la precariedad estructural del sistema de salud público.
Frente a esta carencia, la ciudadanía se organizó espontáneamente para auxiliar a los heridos, proporcionando insumos médicos, alimentos y apoyo logístico. Sin embargo, la orden de la autoridad capitalina ha sido la de limitar la información a los familiares y víctimas y controlar el flujo de familiares y medios de comunicación a los lugares de atención de esta emergencia.
Autoridades ministeriales capitalinas han abierto dos líneas de investigación: el incumplimiento de protocolos de seguridad por parte de la empresa transportadora y el posible exceso de velocidad del conductor. Sin embargo, el foco central —la falta de preparación hospitalaria— sigue sin atención suficiente.
El gobierno capitalino ofreció apoyo económico y psicológico a las familias, aunque sin precisar montos, ni mecanismos de entrega. Estas declaraciones carecen de claridad y generan incertidumbre sobre la efectividad real de la ayuda, incluso la falta de pericia en materia de política comunicación social.
La empresa Silsa, propietaria de la pipa, asegura contar con pólizas de seguro activadas y se comprometió a cubrir daños humanos y materiales. Sin embargo, sus antecedentes muestran que accidentes similares han ocurrido en Veracruz, Puebla y Yucatán, sin que se implementen medidas preventivas efectivas.
La explosión ocurrió en hora pico, atrapando a estudiantes, trabajadores y automovilistas. Videos captados por transeúntes muestran un mar de llamas y personas con quemaduras graves buscando auxilio. La rapidez de la tragedia evidenció la incapacidad del sistema para responder de manera inmediata.
Explosión de pipaVecinos y policías fueron los primeros en auxiliar a los lesionados, improvisando camillas con sábanas y trasladando a los heridos a hospitales. Esta acción ciudadana revela, una vez más, la ineficacia de los protocolos oficiales de atención a emergencias, de manera particular en lo que tiene que ver con la protección civil, para atender a la población antes, durante y después de una emergencia.
La historia de Alicia Matías Teodoro, quien protegió a su nieta de dos años del fuego con su propio cuerpo, simboliza la vulnerabilidad de los ciudadanos frente a un sistema que no garantiza seguridad, ni atención efectiva.
Por otro lado, Ana Daniela Barragán, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, murió tras la explosión. Su búsqueda es un símbolo de la falta de coordinación institucional para informar sobre el paradero y estado de los pacientes, debido a que fueron los vecinos quienes localizaron a sus familiares.
Esta tragedia evidencia que la administración local, y por extensión la federal, mantiene un control de la información priorizando, de manera errática, la narrativa sobre la protección y la transparencia.
Las carencias en el sistema de salud de la ciudad de México es una situación constante desde hace décadas, además, del resultado de políticas que ignoran la infraestructura hospitalaria, la dotación de insumos y la capacitación de personal ante emergencias graves, tal vez por falta de pericia, información o experiencia, en cualquiera de estos casos, la sociedad es la que resulta lastimada.
Velas y virgen mariaLamentablemente, la respuesta gubernamental frente a esta tragedia en Iztapalapa pone en evidencia la insuficiencia de medidas preventivas, la falta de protocolos claros y la improvisación institucional ante catástrofes, que resulta con la pérdida de vidas.
La sociedad civil, obligada a suplir la negligencia oficial, demuestra un compromiso que el Estado no logra asumir. Esta falta de coordinación y preparación deja al descubierto la grave precariedad de la atención médica y el riesgo permanente para los habitantes de la ciudad.
La explosión de Iztapalapa no solo ha destruido vidas; ha desnudado un sistema que privilegia la burocracia y el control de información por encima del cuidado y la seguridad de los ciudadanos. La impunidad institucional y la falta de protocolos claros son responsables de un dolor que podría haberse mitigado, de contar con experiencia o dedicación.
Punto Cero
Por cierto, ¿alguien sabe del pasadero de la edil de Iztapalapa, Aleida Alavez Ruiz? Además de la explosión de esta pipa, en la vispera se registró una grave inundación –perdón, «encharcamiento»– que afectó a miles de ciudados la tarde y noche de este domingo, curisoamente en la misma zona del puente de la Concordia. Vaya, la frase de los Ángeles Azules no queda mejor en este preciso momento: «De Iztapalapa para el mundo«.
* Periodista mexicano | @JoseVictor_Rdz | Premio Nacional de Derechos Humanos 2017
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