El chico más bello del mundo
Ha muerto Tadzio. Ocurrió el 25 de octubre de este año, en una extraña —para mí— sincronicidad, término acuñado por Carl Jung que se refiere a coincidencias temporales significativas, sin una relación causal, y que a menudo tienen un valor simbólico para la persona que las experimenta.
Para quienes no se acaben de situar, Tadzio, es el nombre del adolescente protagonista de la película dirigida por Luchino Visconti, Muerte en Venecia, estrenada en 1971 y considerada una de las películas más importantes de la década de los setenta. Tadzio fue interpretado por «El chico más bello del Mundo» —apelativo creado por el propio Visconti—, un jovencito sin experiencia cinematográfica que fue descubierto en un casting en Estocolmo, después de examinar a cientos de adolescentes de diversos países.
Björn Andrésen, era hijo de una madre que se suicidó cuando él tenía diez años y de un padre desconocido. En estas circunstancias fue educado por una abuela empeñada en que su nieto fuera un actor famoso, aunque el deseo del niño fuera dedicarse a la música. Tenía 15 años cuando acudió al casting que cambió por siempre su vida.
Nació el 26 de enero de 1955, un día más tarde que yo y un millón de veces más hermoso. De porte espigado, era poseedor de una cabellera rubia, facciones andróginas y ojos grises, «del color del mar», como afirmaba el propio Visconti. Tadzio se convirtió, en los 70, en el ideal de belleza; un icono con el que los chicos de mi generación nunca pudimos competir.
Muerte en Venecia, se rodó en parte en la propia Venecia, una ciudad asolada por una epidemia de cólera que, tanto las autoridades como los comerciantes, ocultaban para no espantar a los turistas. La acción transcurre principalmente en la isla veneciana del Lido, concretamente en el Hotel des Bains. Es en este establecimiento, y su playa privada, donde coinciden Tadzio, acompañado de su familia polaca, y Gustav von Aschenbach, un músico alemán en depresión severa interpretado por el actor Dirk Bogarde.
Captura de pantalla del documental sobre Björn Andrésen
El chico más bello del mundo.Tadzio no murió el 25 de Octubre; es inmortal. Quien lo hizo fue Björn Andrésen, el actor al que vimos por última vez en la aclamada película de Ari Aster, Midsommar, en un pequeño, pero simbólico papel: el del anciano que debe suicidarse como parte de un ritual llamado Ättestupa que celebra la comunidad ficticia Hårga. Un ritual basado en el folclore nórdico, que exige a los ancianos de 72 años saltar desde un acantilado en un sacrificio voluntario para honrar el ciclo de la vida y la llegada del verano. Supe que se trataba de él gracias al documental El chico más bello del mundo, que puede verse en la plataforma Filmin, y que recomiendo a todo amante del cine. Alfa y Omega: del inicio de una carrera, del esplendor de la juventud, de ser el ideal de la belleza, a la decrepitud y muerte voluntaria exigida por la sociedad. Midsommar, al igual que Muerte en Venecia, están también disponibles en la misma plataforma.
Muerte en Venecia me obsesionó desde la primera vez que la vi. No fue durante su estreno en 1972, en el cine Balmes de Barcelona; la vi más tarde —no recuerdo con precisión cuando—, algo más adulto, pero joven aún. Lo que más me impresionó en aquella ocasión fue su banda sonora y, genéricamente, la belleza de sus imágenes. No llegué a adentrarme demasiado en la trama. Gracias a ella me introduje en la música del compositor Gustav Mahler. El adagietto de su Quinta Sinfonía estará casi eternamente asociado a esa obra de Visconti.
Visionados posteriores me indujeron a leer la pequeña novela de Thomas Mann, La muerte en Venecia, que Visconti quiso explicar en imágenes, con la pretensión de comprender el trasfondo de una narración que se me hacía confusa, así como la de analizar el modo en que el director había diseñado esa transformación de lenguajes —de la palabra a la imagen—. Intuía que el film estaba cargado de alegorías y que, como toda gran obra, contenía más de una interpretación. Sobre ellas pienso escribir en mi próxima entrada, pues, esta es ya de por sí suficientemente extensa. Algo más adelante, al adentrarme en la música del compositor británico Benjamin Britten, descubrí, y disfruté, de su ópera Muerte en Venecia, basada también en el mismo texto.
Como escribía al principio, el 25 de octubre de este año falleció el intérprete de Tadzio, el chico más bello del mundo, el que fue admirado en las playas del Lido y el Hotel des Bains por Gustav von Aschenbach. Ese mismo día me encontraba en la isla del Lido, paseando por esas playas y admirando un hotel que permanece cerrado desde 2010.
Björn, eras mucho más bello que yo, pero, al final, he tenido más suerte que tú.
© Agustí Amorós
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