Hoy vamos a dejarnos de profecías y vamos a comenzar con un poco de cachondeo a costa de los evangelios apócrifos, evangelios que para la iglesia contienen cosas ciertas y cosas falsas, según convenga al momento.
El protoevangelio de Santiago es un texto que contiene ideología teológica de los siglos II al IV, así que debemos suponer que se compuso por aquellos tiempos. Se cita su existencia en el siglo IV, pero el texto actual se reconstruye a partir de diversas fuentes del siglo XII y posteriores. No hace falta decir que si en las pocas décadas que median desde la muerte de Jesús hasta la composición de los evangelios sinópticos ya encontramos un exceso de imaginación en los textos sobre el nacimiento de Jesús, lo que pudiesen escribir uno o dos siglos después no te dejará indiferente. Además debemos tener en cuenta la evolución que este texto habrá tenido a manos de los copistas durante mil años.
Obviamente estos textos tienen un valor incalculable para conocer las creencias de los cristianos a lo largo del tiempo, pero absolutamente ningún valor para conocer la vida de María (este en concreto no habla para nada de Jesús). El valor real de este texto en la teología es que establece o recoge las bases del culto Mariano y los textos posteriores sobre este tema se basan en este.
Solo recordaros que hoy me voy a poner el uniforme de payaso, no el de tío serio, así que vamos a divertirnos un rato.
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