Opinión | Segunda Vuelta – Luis Muñoz | El asalto a las favelas, del NEM al DOCA
En 2011 fue detenido el NEM, cuando Brasil era gobernado por Dilma Rousseff, curiosamente sucesora de Lula, quien terminó su mandato en 2010. Ahora, Lula se niega a apoyar a su adversario político, el gobernador del Río de Janeiro, Claudio Castro, en su lucha contra el narco.
Por Luis Muñoz
Las escenas parecían salidas de una película de “terror” o de “guerra”: muertos por aquí y por allá; pero no era ficción, era el resultado de un mega operativo para capturar a dos de los cabecillas del comando Vermelho, considerada la organización criminal más terrible y poderosa del país.
En noviembre de 2011 había sido detenido otro de los capos que también aterrorizaba las favelas, principalmente la Rocinha. Este no era otro que Antonio Bonfim López, más conocido por su alias “Nem”.
“El Nem” fue el jefe del narcotráfico y líder indiscutible de la favela, imponiendo su ley en la comunidad más grande de Río de Janeiro con más de 100 mil habitantes. Su detención se produjo cuando intentaba huir en el maletero de un coche, en vísperas de una gran operación policial y militar para “pacificar” la favela.
Posteriormente, otro líder del narcotráfico conocido como Rogério Avelino da Silva, alias “Rogério 157”, también fue detenido en diciembre de 2017. Se le consideraba el narcotraficante más buscado de Río en ese momento y su captura fue parte de un esfuerzo por frenar la guerra entre bandas por el control de la Rocinha.
¿Por qué es importante recordar a “Nem”?
Porque la historia del “Nem” está ligada al narcotráfico, el crimen organizado y la violencia en la zona sur de Río de Janeiro. El “Nem” se convirtió en el principal líder del Comando Vermelho en Rocinha, controlando la favela con mano de hierro.
Su historia fue llevada al libro Nemesis…“Antonio era un joven padre de familia, trabajador y honesto, de Rocinha…es la historia de un hombre corriente al que las circunstancias convirtieron en el cabecilla de un inmenso negocio de narcotráfico, uno de los mayores de Brasil. Y que, desde su precaria posición y pese a todo, trató de llevar bienestar y justicia a un lugar, Rocinha, en el que conviven las bandas criminales y la indigencia, los policías corruptos y los niños ricos enganchados a las drogas, los políticos quijotescos y los señores de la droga con licenciatura en matemáticas”.
Entre selvas y prisiones de alta seguridad, sucias barriadas y rutilantes centros comerciales, esta es la crónica de la transformación que ha experimentado Brasil en las últimas décadas, de cómo Río pasó del olvido más absoluto a estar en el punto de mira internacional, y de la batalla por el futuro de un país en el que amplias capas de la población se ven aún atrapadas en una telaraña de corrupción, violencia, drogas y pobreza.
Lo sucedido la semana reciente sería el segundo capítulo de esta violencia desbordada provocada por el tráfico de drogas y la probable colusión de funcionarios de alto nivel que, en este caso, no se atreven a actuar.
La cometida del gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, está solo en esta lucha. El presidente Lula da Silva se ha negado a intervenir a pesar de la ayuda que le ha sido solicitada para hacer frente a la organización criminal más poderosa que se atreve a desafiar al Estado.
Lo que hoy enfrenta el país es un grave problema de violencia relacionada con el crimen organizado en algunas zonas y una marcada polarización política, pero no existe una amenaza inminente de un conflicto civil a nivel nacional.
El presidente Lula da Silva se ha negado, hasta ahora, a prestarle ayuda al gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, aliado de Jair Bolsonaro, en prisión domiciliaria por decisión del Tribunal Supremo de Brasil acusado de intento de golpe de Estado y otros cuatro delitos.
Lula tampoco ha respondido afirmativamente a la petición de Castro de llevar a los líderes narcotraficantes a una cárcel federal porque en la que ahora se encuentran en Río no está en condiciones de resistir un ataque de la banda criminal más antigua y más poderosa.
La Operación Contención, el mega-operativo más violento de la historia en el que participaron más de 2 mil 500 policías, ha dejado un saldo de más de 130 muertos (5 policías y el resto del Comando Vermelho, entre fallecidos y detenidos).
Hasta este momento no ha habido ninguna reacción o pronunciamiento de la presidente Claudia Sheinbaum sobre los acontecimientos ocurridos en el país sudamericano.
Los reportes siguen siendo confusos. En los primeros minutos del mega-operativo se habló de la detención de los dos principales cabecillas; después informaron que solo fue uno el capturado.
Medios locales confirmaron que el objetivo era frenar a la banda y capturar a Edgar Alves de Andrade (a) “Doca”, uno de los capos del Comando Vermelho, al que no se le pudo echar el guante, aunque en su escondite se decomisaron decenas de fusiles de asalto, drones, granadas, equipo militar y drogas.
Ante la violencia desatada, la Fiscalía Federal ha pedido explicaciones al gobierno del estado de Rio a cargo del operativo. El gobernador, Claudio Castro, dijo que la operación fue un “éxito” y “un duro golpe al crimen”. Por su parte, movimientos de derechos humanos calificaron lo sucedido de masacre y cuestionaron su eficacia como política de seguridad.
Las crónicas narraron que el mega-operativo comenzó en las favelas de Penha y Alemäo en la zona norte de Río, pero los tiroteos se extendieron por toda la ciudad. Colegios cerrados, coches incendiados y barrios enteros sitiados. Durante horas, Río vivió bajo fuego cruzado.
El gobernador Castro dijo a las televisoras que “la policía salió victoriosa. Excepto, repitió, cuatro víctimas (policías) de nuestro lado; el resto eran criminales. Afirmó que su intención no era matar a nadie. Queríamos arrestarlos a todos con vida, pero fue una represalia. Fue una consecuencia de la represalia que ellos (los delincuentes) llevaron a cabo y del uso desproporcionado de la fuerza por parte de esos delincuentes.
El político argentino, Carlos Ruckauf, comentó que el gobernador de Río sabía en lo que se metía cuando asaltó el lugar donde se encontraban los dos jefes de la banda criminal. Lo sabía perfectamente porque la inteligencia de su estructura de combate estaba bien preparada, pero no previó que fueran atacados con drones suicidas que les tiraron encima.
Coincide en que hasta este momento hay, al menos, cinco muertos en las fuerzas de seguridad. Pero sumando a todos diría que van a superar los 200 muertos del “otro lado” y de aquellos que no estaban “ni de un lado ni del otro”.
Y, en resume: Brasil en llamas es contra el narco, pero también es contra Lula, porque Lula no hizo nada para detenerlo.
*Periodista: lm0007tri@yahoo.com.mx
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